Introducción
El tabaco en el deporte tiene tres vertientes muy diferentes, por un lado el efecto del consumo del tabaco por el deportista y la utilidad de la práctica de un ejercicio para facilitar la desintoxicación y por otro la financiación de algunos como los de motor e incluso los de aventura que precisan su colaboración para mantenerse, o eso creen. Este último es un tema que se aparta del deporte como ejercicio y salud y pertenece más al circulo de actividades económico-financieras de las grandes compañías, empresas e industria, por lo que su estudio y evaluación merecen la atención de personas expertas en esos ámbitos económicos más que en los fisiopatológicos del ejercicio.
Tabaco y salud
La importancia del consumo del tabaco por parte del individuo que hace ejercicio se centra en dos compuestos principales el monóxido de carbono (CO) y la nicotina. El monóxido de carbono es un gas y uno de entre los más de 2000 que se desprenden del humo de un cigarrillo junto con otros gases como el anhídrido carbónico, el metano y los hidrocarburos saturados o no. El CO se une a la hemoglobina de la sangre con una gran afinidad formando carboxihemoglobina (COHb). Esta afinidad es más grande que la del oxígeno por lo que se produce una variación en el intercambio de gases en el aparato respiratorio, y se alteran las posibilidades de transporte sanguíneo del oxígeno hacia el músculo provocando en suma una hipoxia relativa (una cierta falta de oxígeno por los tejidos que están en activo). Este hecho hará que el músculo se fatigue antes y también se recupere más tarde. En un estudio los sujetos que fumaban entre 10 y 12 cigarrillos tenían un 5% de COHb y los que fumaban de 30 a 40 más de un 10%. Es importante, además, tener en cuenta que puede tardarse más de un día en retornar a los niveles normales de COHb en sangre. En otro lugar se encuentra la nicotina del tabaco que por su parte provoca una liberación de sustancias de caracter adrenérgico (estimulante) que tienen unos efectos cardiovasculares y neurovegetativos que se manifiestan en el ejercicio con un aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial para las mismas cargas de trabajo que cuando no se ha fumado previamente, lo que provoca un trabajo adicional del corazón durante el ejercicio. A su vez, la nicotina, también favorece que aparezcan trombos al facilitar la adhesividad de las plaquetas entre sí a la zona interna de los capilares arteriales (endotelio). Toda esta suma de elementos contribuye a alterar la circulación sanguínea y la irrigación de los tejidos. Cabe pensar, con cierta razón, que los riesgos de padecer una patología aguda debida al consumo del tabaco aumentarán si el fumador crónico se halla en zonas de hipoxia (disminución de oxígeno) o si hace ejercicio en esas condiciones ambientales como puede ser en grandes alturas, o lo hace a una gran intensidad no estando preparado, o si tiene ya previamente alteraciones de su aparato cardiocirculatorio y/o respiratorio y no ha sido evaluada su intensidad de trabajo de seguridad (mediante una prueba de esfuerzo con medición de gases respiratorios y monitorización cardíaca). Sin embargo que los fumadores no se asusten (del todo). Ejercicios de moderada intensidad como la práctica del esquí, no provocan variaciones importantes o diferentes a las de los no fumadores si se practica por lo menos a alturas inferiores a 2500 m., tienen un cierto nivel de práctica del deporte y no tienen una enfermedad de fondo. Como se demostró en un estudio sobre una población importante de esquiadores fumadores y no fumadores realizada por miembros de la Sociedad Española de Respiratorio. El mensaje que se desprende de lo anunciado hasta ahora es de que si un fumador desea hacer ejercicio para divertirse o para mejorar su salud, pero no quiere dejar de fumar ¿?, debe procurar hacerse un buen chequeo cardiorespiratorio de esfuerzo. Siempre debe ser así sobre todo si tiene pensado iniciar una actividad de cierta duración o intensidad en altura como el trekking, el esquí de montaña, o como viajes a paises de la altura como Perú, Méjico o el Nepal donde espera hacer excursiones donde un cierto nivel de preparación será muy saludable. Los efectos negativos del consumo del tabaco en la salud y en concreto en el ejercicio deben valorarse con seriedad dado que pueden haber influenciado de manera muy importante en algunas de las expediciones malogradas a las cimas importantes del mundo o expediciones polares que no sólo no alcanzaron sus objetivos sino que sufrieron finales verdaderamente patéticos.
En lo que respecta al rendimiento deportivo, los profesionales de “elite” saben que el consumo de tabaco aumenta en más de un 10% el gasto energético basal y que un aumento de los niveles de carboxihemoglobina reducen la capacidad de conseguir un consumo máximo de oxigeno en una proporción casi linear. Así un aumento de un 5% disminuye las posibilidades de un rendimiento máximo un 5%. Aunque esto no interfiera en trabajos a ritmos e intensidades moderados porque hay una buena compensación cardiocirculatoria (si no hay alteraciones por el consumo de tabaco sostenido o por otra razón) sí limita los esfuerzos sostenidos a intensidades altas. Además, hay estudios puntuales que demuestran que el consumo de tabaco en las féminas puede favorecer las fracturas de estrés por una disminución de sus niveles séricos de estrógenos y en consecuencia de su densidad mineral ósea. La conclusión es obvia, el consumo de tabaco no sólo estropea directamente los pulmones, el corazón, las arterias… e indirectamente otros órganos, piezas principales de la herramienta que utiliza el deportista para su trabajo, su cuerpo, sino que además su uso implica una disminución del rendimiento físico de una forma importante. Por eso en los estudios epidemiológicos los deportistas son de los profesionales menos fumadores. Entre ellos esta proporción es un triángulo cuya base la forman los deportes técnicos con un trabajo físico competitivo menor y el vértice los deportes de más intensidad y duración, es decir que requieren una buena oxigenación de los tejidos.
El deportista medianamente inteligente y el que se preocupa por su saud no puede valorar de ninguna forma la posibilidad de fumar. No existe la excusa del control de la ansiedad. Para ese fin existen muchos medios de los que ninguno tiene los efectos nocivos del tabaco a corto o a largo plazo en uno mismo o en el vecino. Por lo tanto, actividad física moderada, controlada, alegre y distraida sí, es saludable, pero siempre sin tabaco.
Efecto del aumento de los niveles de carboxihemoglobina COHb en el consumo máximo de oxígeno en el individuo sano. Obsérvese la disminución proporcional del rendimiento al aumentar la COHb
Dr. Franchek Drobnic
Jefe del Depto de Fisiología del Deporte del CAR